Por obras tan rotundas como El amante de Lady Chatterley o El arco iris, Lawrence pasó a la historia de la literatura y lo hizo como un provocador e incómodo crítico de la sociedad, pero también y en ocasiones de forma injusta como un autor decididamente obsceno al que había que leer a escondidas. Su narrativa breve, sin embargo, demuestra que su literatura podía ser tan compleja y variada como lo fue él.