Las historias que heredamos nunca son neutrales, y el relato sobre el arte del País Vasco entre 1950 y 1972 no es una excepción. Este libro revisa el discurso naturalizado desde una perspectiva feminista y propone nuevas vías para imaginarnos en otra historia del arte del territorio. A partir de una revisión sobre cuándo, cómo, dónde y a partir de qué criterios de valoración tomó forma la narrativa vigente, se analiza cómo este proceso silenció sistemáticamente la memoria de las artistas mujeres. Más allá de la literatura historiográfica, se examina también el papel que jugaron las políticas culturales o las exposiciones en la legitimación del relato. A partir de esta revisión, se llega a estudiar entre otras cuestiones la manera en que las artistas se relacionaron con la propia categoría de «artista», los desafíos que enfrentaron en su formación y el tratamiento que recibieron en los medios de la época. Asimismo, el análisis trasciende las fronteras geopolíticas tradicionales al interesarse por las vivencias y los trabajos de aquellas artistas que se exiliaron por la Guerra Civil o quienes vivieron en Ipa