Un 12 de septiembre de 1950, Paul Hindemith pronunciaba una conferencia en el Bachfest de Hamburgo en el segundo centenario de la muerte de Johann Sebastian Bach. «En un admirable prólogo, Luis Gago sitúa de manera precisa la poética de Hindemith y la vertebración de su música bajo la huella bachiana. La suya no fue una deuda, sino un adscribirse de manera muy consciente a un lenguaje que entiende del infinito, por utilizar una expresión de Leibniz. Aquella charla de 1950, tan audaz en lo musical y llena de sentido común, tuvo un momento de especial luminosidad. A la pregunta de por qué, en los últimos años, Bach redujo el número de composiciones para refugiarse en su silencio y en la escritura de una música escrita para su propio mundo, Hindemith responde que la causa se debió a lo que llamó la “melancolía de la capacidad”, en contraposición de la “melancolía de la impotencia”, que es la que Nietzsche atribuye a Brahms, pero también a sí mismo como filósofo, en una carta dirigida a Wagner en 1873. La “melancolía de la capacidad” es la que siente q