Hay en el título de este libro una idea fundamental para entender la poética de Enrique Fuenteblanca. El poema o la nota se escribe en una superficie que está siendo devorada por el fuego, y que por tanto es el objeto de una transformación: pasa de lo visible a lo invisible; del estatismo al movimiento; de lo que absorbe luz a lo que arroja luz. Es ese instante híbrido y dinámico de la transformación el que interesa al poeta, que se apercibe de él y procura observarlo atentamente. Así, el poema se convierte en un lugar de transición y posibilidad. En él, el pensamiento, la palabra y la imagen se hacen juntos. Los textos que nos presenta Notas para un papel que arde, atravesados como están por numerosas intertextualidades e invitaciones a la reflexión común, se encuentran en la desdibujada línea entre el ensayo literario y la poesía. Un ramo vivo de ideas que se abren, mariposas que dictan y letras de fuego. Juan F. Rivero