Para Bertrand Russell, uno de los frutos más peligrosos de la I Guerra Mundial para la libertad de pensamiento era el descubrimiento del éxito de la propaganda oficial. Los mismos métodos publicitarios que se habían utilizado antes para vender productos a las masas, se habían ensayado conéxito para fortalecer los interesespolíticos de las autoridades públicas. La alfabetización generalizada, pero carente de «inteligencia», el cambio de una economía industrial a una financiera, la consolidación de los medios de comunicación de masas y el control de los medios por las élites político-económicas, así como la intrusión de los Gobiernos en la educación («una mera rama de la propaganda política»), creaban una convergencia perfecta para ahogar a futuro el derecho a la información y la libertad de pensamiento en las democracias.