Además de recuperar una generación de cronistas que, salvo excepciones, fue arrasada por la guerra civil con sus muertes y exilios, esta antología desmiente que el «nuevo periodismo» -esto es, contar la realidad como una novela- lo inventaran Truman Capote o Günter Wallraff: mucho antes hubo reporteros que se mimetizaron con el microcosmos social que pretendían revelar a sus lectores.
Hablamos de un periodismo en un mundo en crisis, el de los años 30. Sin embargo, los semanarios gráficos gozan de buena salud y sus tiradas no bajan de los cien mil ejemplares. Una nueva hornada de reporteros crecidos con la radio y fotoperiodistas de la generación que estrenó la cámara Leica desarrollan en sus páginas «interviús», reportajes y crónicas. En las páginas sepia de las revistas late lo que Unamuno bautizó como «intrahistoria», la letra pequeña de cada época capaz de desvelar aspectos ocultos por los titulares de la Historia Oficial: cómo trabaja la gente, qué canta, qué come, dónde se divierte, cuáles son sus modelos sociales a seguir?
Y estos textos iluminan la creativa y cruel década de los años treinta, tan pródiga en genialidades como en desgracias.
La edición de Sergi Doria, uno de los periodistas culturales de mayor prestigio en nuestro país y estudiosa de la historia del periodismo, incluye los grandes cronistas de la époco como Sánchez Ocaña, Gaziel, Joséfina Carabia, Magda Donato entre otros, que recogen toda clarse de temas que dan lugar a una visión general de la España de esa época: Política, guerra, revolución de Asturias, vagabundos, drogas, señoras de servcio,...