Los Salmos, en su mayoría del Rey David (a. 1000 a. C.), constituyen la oración por exelencia: la oración de Israel., de Jesús y del nuevo Israel que es la Iglesia. Todos los días, cientos de miles de religiosos y religiosas, sacerdotes y fieles cristianos e israelitas oran a Dios con los Salmos: oración de alabanza, de acción de gracias, de petición de perdón, de interseción. Quien ora con este libro está en comunión con Jesús y millones de orantes de los treinta últimos siglos.