Los paréntesis de silencio saboreados en distintos momentos de laexistencia, yendo al campo o al monasterio, al desierto o al bosque, o simplemente al jardín o al parque, aparecen como una renovación, como un tiempo de descanso antes de volver al ruido, en sentido propio yfigurado, característico de una inmersión en la civilización urbana.El silencio libera del peso de ser uno mismo, siempre disponible y enestado de alerta, proporciona una sensación intensa de existir. Marcaun momento de sobriedad que permite hacer un balance, encontrar lospuntos de referencia, restablecer una unidad interior, tomar unadecisión difícil. Depura los problemas y devuelve la disponibilidad,allana las dificultades en las que se debate el individuo.