«?los logros del arte moderno tienen que entenderse como logros filosóficos de una cierta clase, aun cuando las obras de arte visual no sean ni tesis discursivas ni tengan relevancia filosófica por ?contener? o ?implicar? afirmaciones filosóficas. Mis principales ejemplos en este libro, Manet y Cézanne, son figuras consideradas a menudo respectivamente el abuelo y el padre de la modernidad en pintura. Hay en juego algo de importancia filosófica en los logros pictóricos incluso si no son ?precisamente porque no son? filosofía en sí mismos. Es decir, la idea no es que estas obras de arte sean obras de filosofía, o filosofía incompleta, sino que encarnan una forma distinta de inteligibilidad estética, o una manera estética de hacer inteligible y atrayente una variedad de asuntos de la más profunda importancia para la filosofía.» Según Pippin, la pintura sería, como el cine, «filosofía por otros medios», una forma de conocimiento y autoconocimiento sensible afectivo. Desde este punto de vista se analiza, contra la idea de que el arte es algo del pasado, la pintura a partir de Manet y Cézanne como un modo a