Con las tijeras de podar en la cintura, adentrémonos unos pasos en eljardín. Una ramita que desmochar aquí, un tomate que amarrar allá.Jugosas moras maduras, el tacto aterciopelado del melocotón, el aromaembriagador de alguna flor. Salir de casa y sumergirse cuerpo a cuerpo en la naturaleza nos ayuda a desprendernos un poco de nosotrosmismos, de aquello que nos había dejado entumecidos, apáticos ydeprimidos. Afuera nos espera todo un mundo que necesita de nuestraatención y nuestros cuidados: un descampado en el que plantar unpuñado de semillas, un alféizar donde se alinean preciosas macetas debarro, un seto en el que se hospedan los pájaros o un huerto del quealimentarse. La magia consiste en crear algo bello y justo sabiendolimitarse, escuchando, abriendo el diálogo entre el ser humano y lanaturaleza para descubrir satisfacciones inesperadas que nos armonizan con las estaciones y los ciclos no sólo del jardín, sino de nuestrapropia vida. Pasión y paciencia unidas, enraizadas en la tierra, paraapurar cada día plenamente en un acto de comunidad y hermandad con lanaturaleza. Acerquémonos a la sabiduría, reflex