Es más fácil posicionarse moralmente en contra del denominado (por elfeminismo abolicionista) «alquiler de vientres» que encontrar unasolución política factible a esta realidad globalizada. ¿Cuál puedeser el camino para garantizar los derechos de las mujeres y de lainfancia, respetar la autonomía corporal, frenar la voracidad de losmercados reproductivos y no enfangarnos en el punitivismo?