La fusión de oriente y occidente se consuma sobre el muro que Antoni Tàpies pinta desde dentro, «a tientas». Desde la opacidad se puede vislumbrar la luz. De ahí que sea interesante seguir la presencia y la función espiritual de aquellos órganos que aluden a los dos sentidos más presentes en su obra: el ojo y la mano.
El ensayo traza un recorrido por la obra de Tà̀pies desde sus inicios para rastrear esa búsqueda de conciencia interior, pero también se aproxima «ciegamente» y con más detenimiento a las pinturas del último período de Tà̀pies, una etapa que muestra la fuerza de la pérdida, y en la que la obra se hace aún más fetiche, más mágica.