Tipos de agua es un largo ensayo escrito a la manera de un diario donde la autora va anotando lo que del paisaje le parece notable para trasladarlo a su interioridad. Este pretexto afianza a la canadiense como una revelación en el campo de la introspección poética, con imágenes que eleva a alturas insospechadas. Para Carson todo viaje es una conversación llena de peligros, una conversación que necesariamente ha de ser compleja. De aquí que Tipos de agua se transforme en la descripción del peregrino que avanza mirando hacia atrás y dentro de sí, sintiendo el desencanto de la separación, y aun así, avanzando; pues lo que se empieza, a pesar del dolor implícito del viaje, debe tener un fin, y ese fin en ella es Finisterre.