?Mi defecto como viajero es que el mundo me resulta tan entretenido en todas partes que no me merece la pena viajar?. Así se expresaba Chesterton en la introducción de este libro sobre su viaje a Roma en 1929, justo después de la firma de los Pactos de Letrán, por los que se restauraba a la Santa Sede como estado soberano e independiente. Chesterton, aunque se considerara mal viajero y peor turista, no hubiera tenido precio como guía turístico. Su gran capacidad era explicar la historia profunda que latía bajo las manifestaciones artísticas que vemos, como si fuera un arqueólogo de ideas, luchas y batallas doctrinales. Con su peculiar visión explicará el Renacimiento y Barroco romanos, remitiéndonos a las pugnas entre Roma y Bizancio; nos dejará su análisis del fascismo, y las anécdotas de sus entrevistas con Pio XI y Mussolini, todo ello en relación con el pasado glorioso de las águilas romanas y la irrupción en el mundo de la Antigüedad de la nueva religión procedente de Galilea.