Como Manuel Ávarez Torneiro sabía muy bien, el auténtico
legado de un poeta no son las palabras rimbombantes ni
las grandes arquitecturas estilísticas, sino el logro de
fosilizar lo esencial y, gracias al lenguaje, dotarlo de eternidad.
Y así lo hizo en Travesía del conocimiento, su último libro
de poemas en castellano. Una obra en la que los versos
dialogan con su otra faceta creativa, la ilustración. Un doble
reconocimiento para este consagrado autor, ya que no solo se
rescata del olvido un poemario inédito de una voz referencial,
sino que, por primera vez, se le otorga a su obra plástica
una merecida atención.