A mediados de los sesenta, la música popular norteamericana dio un giro copernicano cuando la fábrica de hits de Nueva York se vio desplazada por los himnos aterciopelados y edénicos que empezaron a brotar de Los Ángeles. Esta es la historia de los artistas de aquella generación, que alumbraron algunas de las mejores canciones de todos los tiempos y cuyo legado sigue más vigente que nunca.